Ayer hice una de mis escapadas preferidas: viaje en autobús a Sanlúcar de Barrameda con visita a bodega incluida. Y especifico en autobús porque, si vas a la cuna de alguna de las grandes denominaciones de origen de nuestro país, que no son pocas, es muy recomendable (rozando lo imprescindible) tener una vuelta cómoda y segura.
Con esto de la globalización, puedes comprar desde casa productos de cualquier sitio del mundo. Pero qué verdad es, que las cosas, como están en su sitio de origen, no están en ninguna parte. Y es que el lugar en que se elabora, es lo que le da gran parte (si no toda) de la personalidad que tienen los productos típicos de cada tierra. Los espetos, si los intentas hacer en casa, a 200km de la costa de Málaga, no saben igual, la sidra no es la misma cuando no estás en Asturias, o en el País Vasco, el hornazo no sabe igual si no estás en Salamanca, o intenta comer calçots fuera de Cataluña...
Ayer mismo comprobamos, que la manzanilla que se puede beber en Sanlúcar, sin filtrar y sin a penas tratamiento (conocida como manzanilla en rama), es casi imposible que puedas tomarla igual en ningún otro lugar, ya que el hecho de ser tan pura, tan natural, hace que tenga muy poca estabilidad, y que se modifiquen sus cualidades con el movimiento de un viaje y con el paso de escasos días.Además, la temperatura, la brisa marina, el olor a bodegas, el entorno en sí, le da un contexto y un aroma que la hace diferente a tomada en cualquier otro lugar.
Por esta razón, no vamos a dejar de consumir productos de otras zonas, claro que no. Un jamón de bellota es una delicia en Jabugo, en Cuenca y en Albacete.
Lo que quiero decir es que, adaptándonos a nuestra economía, aprovechémos estos días de buen tiempo, para escaparnos a conocer los tesoros que nos ofrece esta tierra en la que vivimos. Puede que mi bolsillo no esté para hacer una ruta por el Cantábrico y terminar en el festival de Jazz de San Sebastian (pero déjate que lo esté), pero sí puedo darme el privilegio de conocer lo que tengo cerca y disfrutar de tesoros como Sanlúcar, Ronda, Setenil de las Bodegas, los pueblos de la sierra de Huelva, los de la ruta de los Pueblos Blancos, la costa Tropical, nuestras ciudades monumentales, ...Y allá donde vayamos, probémos lo típico de allí, porque en cada lugar se come y se bebe lo que su clima, su tierra y sus gentes hacen que se coma y se beba. Parémonos a conocerlo, a entenderlo, no tengamos miedo de pedir una explicación, y si es al más viejo del sitio, mejor, porque lo más seguro es que nos permita conocer el origen y la evolución de que comemos o lo que bebemos.
Y sobre todo, démosle a las cosas el valor que tienen. Muchas veces, por cotidianeidad, por familiaridad o por desconocimiento, no sabemos valorar los productos de nuestras tierras. Posiblemente nos sorprendamos y descubramos que son mucho mejores de lo que nos pensamos.
Y volviendo a mi viaje, acabó como era de esperar, jartitos de comer y de beber, al ladito de la playa y con muchas muchas ganas de volver. Volveré.
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has pasado ya de las 1000 visitas nenaa, enhorabuena, besos
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