lunes, 6 de agosto de 2012

¡¡Qué me gustan a mi los Juegos Olímpicos!!


¡¡Qué me gustan a mi los Juegos Olímpicos!! Yo no soy persona de poner nunca la tele por la mañana (como buena Mari moderna, por la mañana hay muchas cosas que hacer como para ponerse una a ver la tele), pero ahora que Pedro está de vacaciones, se levanta y pone la tele a ver que competición está en marcha. La cosa tiene todo el arte. Todo el día con deportes. Y no es que a mi me gusten los deportes. El resto de los cuatro años, no me verás tu a mi viendo deporte ninguno, a no ser que sea el mundial o la Eurocopa de fútbol, y hayamos quedado todos para echar un rato.

Pero es que lo que me pasa a mi con los Juegos Olímpicos es aun más grave. Me meto tanto en el papel, que sufro como los deportistas. Ayer me quedo dormida a la hora de la siesta y me despierto “arrecía”. Miro la tele, y estaban echando la natación sincronizada. ¿No voy a estar “arrecía”, si llevo un buen rato en el agua. Y además cuando sales del agua, te tienes que poner allí en el podio, muy tiesa, y no te dan una toallita ni nada. “Arrecía” que me quedé.

Al rato, después de estar viendo los saltos de la gimnasia artísticas, el salto del potro que todos hemos hecho en el colegio, pero con tres mortales para adelante y cayendo clavada como una alcayata, (que por cierto, que no sabía yo que si te caes de culo en la colchoneta, te puedes llevar una medalla), y me levando del sofá, con un dolor de tobillos alucinante. Y es que con tanto salto y tanta caída clavada, me he destrozado los tobillos.

Y es que ya os lo digo siempre, que todo en exceso es muy malo, empezando por el trabajo. Esas criaturas, que llevan toda su vida haciendo deporte y compitiendo a tan alto nivel, al final acaban con las rodillas, los tobillos, los hombro y las espaldas “echaitas” abajo.

Porque claro, para ser un deportista de élite, que llega a los Juegos Olímpicos, es porque te has llevado toda tu vida entrenando 5 horas al día, pero no sólo el que gana la medalla, el que queda el último, también se ha pegado las mismas horas entrenando, sólo que después cuando compite, gana otro.

Y cuando te retiras, con treinta años, ¿qué haces? Te has perdido toda tu niñez y tu adolescencia con horarios casi ilegales para niños, dejándote la piel en los entrenamientos, luchando contra lesiones y dolores musculares. Y si no llegas a nada, ¿qué? Si no llegas a competir nunca en unos Juegos Olímpicos, ¿qué?
Es demasiado esfuerzo para a los treinta quedarte en paro.

Como el amigo Michael Phelps, que se retira con 27 años. Increíble, no le cuadra a nadie. Con 22 medallas ganadas. En el mejor momento de su carrera. Pero lees las razones y lo entiendes. Se retira por agotamiento y por depresión. ¿No va a estar cansado y deprimido?

Pero cuando yo más olímpica me siento, mi verdadero homenaje a los Juegos Olímpicos, la realizo desde hace mucho tiempo. Se trata de natación sincronizada sin agua. Como buena costurera, tengo mis dolores lumbares, y al despertarme por la mañana, me cuesta hasta darme la vuelta. Así que, para engrasarme las bisagras, me pongo a hacer estiramientos en la cama, cual sirena de la sincronizada, con el beneficio de que en la cama, no me tengo que tapar la nariz con la mano, como cuando lo hago en la piscina (yo es que siempre he sido un pez de plomo). Y con la guasa de la sincronizada sobre colchón de viscolástica, ya son algunas a las que he impregnado este espíritu olímpico, y se dedican también a la sincronizada, pero en la piscina, aunque nada que ver con nuestras campeonas.

1 comentario:

  1. Inmaculada diaz moreno6 de agosto de 2012, 15:08

    nenaaa, vamos a tener q sacar tiempito para hacer algun deportee,,,,jejejej.q mal me llevo con él ehhh,jejejjee,besitos bonitaaa

    ResponderEliminar