¿No os da la sensación de que, a veces, algo que debería ser agradable y placentero, se convierte en una pesadilla?
Hace dos fines de semana fue el bautizo de mi sobrina, una niña lindísima que dedica su existencia a comer, dormir, echar babas y reírse constantemente y con todo el que se le acerque (más de uno se podría haber quedado en esa fase, porque para lo que evolucionó, no merecía la pena).
Como para cualquier evento social que se precie, todos los invitados preparan sus mejores galas. Si acaso no hubiera un buen fondo de armario, se necesitaría una visita a los centros de moda para adquirir dichos artículos. Eso, traducido a mi idioma sería, pásate toda la semana con unos y con otros, "tirá" todo el día en la calle, luchando por encontrar algo que nos agrade y nos quede bien. Eso sin contar con la inaudita y para mi gusto, absolutamente evitable, vuelta a los ochenta en la moda femenina. Increíble, ha habido veces que he entrado en una tienda y me he tenido que salir porque todo me parecía simplemente horroroso.
Así pues, cuando llega la hora de la bonita celebración, ya estás hasta el moño. Menos mal, que después llega el momento, ves a toda tu familia, y se te olvida todo lo anterior.
Pues me da a mi la sensación que con el resto de los eventos pasa lo mismo (o por lo menos, me pasa a mi). Te empeñas en que todo este bien, que todo sea correcto, no perfecto, correcto, y se te olvida cual es la finalidad del evento, que es compartir y pasarlo bien. Menos mal, que llegado el día D a la hora H, algún resorte salta en mi interior y me devuelve a la realidad.
Si a eso le unes la vuelta al trabajo, las festividades con concierto incluido y más de un trastorno en la salud de los familiares más cercanos, se hace todo una bola con maraña, que enlaza un día con el siguiente, son poder desenredarse, y que acaba con las fuerzas del más lozano. Esa es mi vida desde hace unas semanas: una enorme maraña de hilos, lanas y telas, que gira sobre si misma, de la que salen risas, saludos, reencuentros, swing y ruido de lluvia al caer.
Vaya paranoia.
En definitiva, "demasiao pal body". Pero como dicen los que saben, todo pasa y todo llega, y no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. El resultado es una sobrina bautizada, dos días de felicidad al lado de seres queridos entre concierto y paseos al poco sol que se ha dejado ver, los problemillas de salud, aparentemente controlados y una vuelta al trabajo en proceso de adaptación.
Ahhh, y un bolso monísimo que estrené el día del bautizo. Espero que os guste.
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Bolso "Fiesta en la oficina" |
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Detalle del bolso "Fiesta en la oficina" |
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